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La tendencia inflacionista en las materias primas (el cobre en la imagen) supone un obstáculo para el sector de la construcción

Llevamos más de un año asistiendo a fuertes incrementos en el precio de muchas materias primas: acero corrugado (+78%), cobre (+102%), aluminio (+56%), petróleo (+106%) y mezclas bituminosas (+85%) son unos pocos ejemplos, pero muy significativos de ello.

Esta inflación, que muchos prometen que será transitoria, surge de la confluencia en el tiempo de 3 factores, todos ellos derivados de la pandemia COVID-19: En primer lugar, la reactivación simultanea de la demanda mundial tras la crisis sanitaria, en segundo el incremento sin precedentes del precio del transporte internacional marítimo de contenedores (debido a las fuertes presiones de demanda muy superiores a la capacidad de oferta) y por último, la activación de planes de recuperación en los países con mayores economías que se reflejan en un gran aumento de la actividad de construcción e infraestructuras, lo cual supone un incremento de la demanda de materiales muy por encima de la capacidad de abastecimiento de mercado, creando tensiones en la disponibilidad de determinados materiales cuyo suministro, además, puede verse condicionado en muchos casos a la aceptación de cláusulas de revisión de precios semanales.

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